Saturday, April 23, 2005

 

Una noche para recordar

__________________________________________________________________________________

Omnis Scientia
April 15, 2005

ANDREWS: Five compartments. She can stay afloat with the first four compartments breached. But not five. Not five. As she goes down by the head, the water will spill over the topos of the bulkheads... at E Deck... from one to the next... back and back. There's no stopping it.

SMITH: The pumps...

ANDREWS: The pumps buy you time... but minutes only. From this moment, no matter what we do, Titanic will founder.

ISMAY: But this ship can't sink!

ANDREWS: She is made of iron, sir. I assure you, she can. And she will. It is a mathematical certainty.

Aunque este diálogo entre Thomas Andrews, el constructor del Titanic, Edward J. Smith, su capitán, y J. Bruce Ismay, director de la White Star Line, dueña del transantlántico, pertenece a la película Titanic, película dirigida por James Cameron en 1997, la tensión que se vivió cuando Andrews, después de comprobar los daños causados por el iceberg, estimó que al Titanic no le quedaban más de un par de horas de vida no creo que fuera muy diferente.
Hoy se cumplen 93 años de uno de los naufragios más famosos de la historia. El hundimiento del Titanic simboliza, por una parte, las grandezas y las miserias humanas y, por otra, es una metáfora de que cualquier avance tecnológico no tiene nada que hacer frente a la naturaleza.

La historia se remonta a una noche de verano de 1907. J. Bruce Ismay, director gerente de la compañía naviera White Star Line asistió a una cena ofrecida por lord James Pirrie, presidente de Harland and Wolff, unos gigantescos astilleros situados en Belfast que construían los barcos de la White Star Line, en su residencia londinense de Downshire House (curiosamente, ahora es la sede de la Embajada de España en el Reino Unido). El tema de la conversación giró en torno al Lusitania, el flamante nuevo transatlántico de la Cunard, rival de la White Star Line, que estaba a punto de hacer su viaje inaugural. Se esperaba que hiciera añicos el récord de velocidad para una travesía del Atlántico y pusiera a la Cunard muy por delante de otras compañías navieras.

Según se cree, durante esta cena Pirrie e Ismay se fijaron el reto de construir dos grandes transatlánticos (a los que luego se uniría un tercero), cada uno de los cuales sería un cincuenta por ciento mayor que las 30.000 toneladas de desplazamiento del Lusitania y tendría casi 30 metros más de eslora que los 240 de éste. Serían tan grandes que ningún astillero tendría un dique seco para albergarlo. Más que la velocidad, el concepto de estos transatlánticos estaría basado en el lujo y la comodidad, aunque serían lo suficientemente rápidos para que la travesía entre el Reino Unido y Nueva York se realizara en menos de una semana.




El 16 de diciembre de 1908 empezó a construirse el que sería el primer transatlántico de esta serie, el Olympic. Tres meses más tarde, el 31 de marzo de 1909 empezó a construirse el Titanic. En la construcción de ambos barcos participarían unos 10.000 obreros. Ambos transatlánticos eran casi idénticos, aunque el Titanic sería unos metros más grande y tendría un equipamiento más lujoso. Inicialmente planeado para el 10 de marzo de 1912, el viaje inaugural del Titanic tuvo que ser aplazado un mes debido a un accidente del Olympic, que obligó a que los materiales y obreros se concentraran en su reparación. Finalmente, el 10 de abril de 1912 el Titanic zarpó de Southampton. Tras hacer escala en Cherburgo (Francia) y Queenstown (Irlanda), se dirigió rumbo a Nueva York. Para su viaje inaugural, se eligió a Edward J. Smith, un capitán con más de 25 años de experiencia en la White Star Line, y que con este viaje esperaba poner el broche de oro a una prolongada y distinguida carrera.




En cuanto a lujo, el Titanic era la última palabra. Tenía dos suites de primera clase con 15 metros de cubierta de paseo privadas. Los camarotes de primera clase estaban decorados en diversos estilos, había ascensores, un gimnasio, baños turcos, una piscina, un restaurante a la carta, además de los comedores, el Café Parisien, réplica de una terraza de un café parisino, y la escalera principal más espectacular que pudiera imaginarse para un barco. Un billete en primera clase costaba 5.000 dólares, una fortuna para la época. La segunda clase era, en muchos aspectos similar a la primera de otros buques y hasta los camarotes de tercera clase resultaban impresionantes para lo que eran los estándares.

En en apartado tecnológico tampoco desmerecía. Tenía más de 52.000 toneladas de desplazamiento, medía 267 metros de eslora, 29 de manga y 53 metros de altura desde la quilla hasta la punta de las chimeneas. Para su construcción se utilizaron los últimos avances tecnológicos y el casco estaba dividido por 15 mamparas que generaban 16 compartimentos estancos. Su diseño le permitía flotar hasta con 4 de los compartimentos estancos anegados. Se creía, pues, que era insumergible.

La travesía se produjo sin problemas hasta el 14 de abril, cuando se empezaron a recibir avisos de bancos de hielo e icebergs en la ruta del Titanic. Ninguno de estos avisos pareció preocupar ni Smith ni a Ismay y las advertencias posteriores parece que ni siquiera llegaron al puente. Al caer la tarde, empezó a bajar la temperatura y el capitán ordenó que el barco modificara ligeramente su rumbo hacia el sur, quizás para evitar el hielo que tenían delante. La noche fue excepcionalmente tranquila. No había Luna y el mar estaba en calma. Frederick Fleet, uno de los vigías que se encontraban en la atalaya vio un objeto negro que se interponía en el camino del transatlántico. Avisó al puente e inmediatamente se dio la orden para virar todo a babor, al mismo tiempo que el barco daba marcha atrás. Se vivieron momentos de angustia mientras que la masa oscura se acercaba sin que el Titanic modificara aparentemente su rumbo. Finalmente, la proa del barco empezó a virar y parecía que iba a sortear con éxito el iceberg. Sin embargo, cuando este pasaba velozmente por estribor, se oyó un sonido de rascado, algo que algunos pasajeros y miembros de la tripulación describieron como una vibración, como rodar sobre un millar de canicas o como un sonido inquietante de algo que se rasga. Eran las 22:40 de la noche. Tras inspeccionar los daños, Thomas Andrews le comunicó al capitán que el iceberg había hecho una brecha de más de 60 metros en el costado de estribor. Los daños alcanzaban hasta el sexto compartimento estanco. Veinte minutos después de la colisión se sabía que el Titanic estaba condenado, pero lo peor estaba aún por llegar: a bordo viajaban 2.224 personas, pero solo había botes salvavidas para 1.178. Aunque resulte increíble, el Titanic llevaba más botes salvavidas de lo que exigía la reglamentación.




A las 12:05 se empezaron con los preparativos para arriar los botes salvavidas, al mismo tiempo que el capitán se dirigía hasta la sala de radio para dar instrucciones a los operadores para que emitieran la llamada de auxilio estándar CQD. Más tarde se decidió probar la nueva señal, SOS, convirtiéndose en el primer buque que lo hacía. Entre los barcos más cercanos al Titanic figuraba el Californian, a decena de millas de distancia, pero un cúmulo de circunstancias hizo que no se dieran cuenta de lo que estaba pasando. Varios barcos contactados se prestaron a cambiar su rumbo para prestar auxilio. Alrededor de las 12:45 empezaron a botarse los primeros botes salvavidas. A pesar de que la tripulación tenía órdenes de dejar subir solo a mujeres y niños, la mayoría de los botes iban medio vacíos y en algunos iban hombres. Muchos no se creían que el barco se hundiría y confiaban en regresar al barco enseguida. A esa misma hora se empezaron a lanzar las bengalas de emergencia, cinco en total. No voy a entrar en detalles sobre los dramáticos momentos que vivieron los pasajeros y las muestras de valor y cobardía de algunos de ellos. Cualquiera que haya visto la película Titanic puede hacerse una idea de lo que pasó (eliminando la trama Jack-Rose, la aparente desaparición de la segunda clase y la licencia del suicidio del primer oficial Murdoch, la película de James Cameron es bastante fiel a lo hechos).

El último bote salvavidas se arrió a las 2:05. Quedaban más de 1.500 personas a bordo. Mientras tanto, la proa del Titanic se hundía cada vez más y la popa empezó a elevarse sobre la superficie. La inclinación hizo que toda la carga y los objetos móviles se desplazaran en dirección a la proa generando un gran estrépito. Las luces, que habían permanecido encendidas, se apagaron de repente y el Titanic se convirtió en un oscuro perfil recortado frente al cielo estrellado. La tensión estructural a la que estaba sometido el barco se hizo insoportable y empezó a partirse entre la tercera y la cuarta chimenea, justo entre los lugares donde había grandes espacios abiertos como los comedores y la sala de calderas. Al partirse en dos, la proa del Titanic desapareció bajo la superficie, y la popa cayó y por un momento se mantuvo casi en equilibrio con el agua. Pocos segundos después empezó a hundirse, con el extremo roto inclinándose y la sección de popa elevándose hasta situarse casi perpendicular al agua. Así se mantuvo durante unos instantes y luego empezó a hundirse, cobrando velocidad a medida que descendía hasta desaparecer bajo el agua a las 2:20 del 15 de abril.




Dispersos por el océano, los botes salvavidas, muchos de ellos ocupados a la mitad de su capacidad, se perdieron mutuamente de vista. Tras el hundimiento, el silencio de la noche se vio interrumpido por los gritos de los supervivientes que flotaban en las gélidas aguas, que poco a poco fueron disminuyendo en intensidad hasta desaparecer. El Carpathia fue el primer barco que llegó al lugar del naufragio, donde solo consiguió rescatar a 706 supervivientes.

La localización exacta el hundimiento fue un misterio hasta que un equipo franco-americano liderado por el oceanógrafo Robert Ballard localizó los restos el 1 de septiembre de 1985. Se encontraban una decena de kilómetros de la posición que fue dada inicialmente en los mensajes de auxilio y a 3.800 metros de profundidad. Al año siguiente Ballard regresó al Titanic con una segunda expedición en la que usó el sumergible Alvin y un robot teledirigido, el Jason Junior, para explorar el interior de los restos.




Desde entonces, numerosas expediciones han explorado los restos e incluso han rescatado objetos que han sido mostrados en varias exposiciones.


____
www.dofundodomar.blogspot.com

Comments: Post a Comment



<< Home

This page is powered by Blogger. Isn't yours?